Caminaba por la orilla dejando que las olas más atrevidas le bañaran los pies. Una tristeza infinita se había apoderado de él y aquella soledad, en contra de lo que se podría pensar, la hacía más llevadera.
Pero tenía que tomar una decisión: seguir caminando por la orilla y crecer hasta convertirse en un relato o, quien sabe, quizás en una novela o...
Pero tenía que tomar una decisión: seguir caminando por la orilla y crecer hasta convertirse en un relato o, quien sabe, quizás en una novela o...
Lo decidió de pronto, giró noventa grados y se internó mar adentro.