Sentía la brisa refrescar su cuerpo algo recalentado por el tibio sol de los primeros días de primavera. El mar, todavía enfadado con los rigores del invierno, azotaba las rocas al fondo del acantilado con la constancia de quien sabe que acabará venciendo. A su lado, su esposa contemplaba serenamente el horizonte.
Por un momento, casi llegó al olvidar que no eran libres.
lunes, 29 de agosto de 2011
domingo, 14 de agosto de 2011
Depende del corazón
Tenía una casa grande, un coche grande, un gran puesto, una gran cuenta corriente y una gran posición social, pero no podía ser feliz porque su corazón era demasiado pequeño.
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